Occidentali’s Karma

Occidentali's Karma

O cómo sobrellevar la Gabannimania 

Aaaah… em… sep. Supongo que habrá que reconocerlo. Estoy algo malita (de lo mío) y llevo prácticamente una semana con la dichosa canción en la cabeza (Bueno… en la cabeza, en youtube, en el spotify, en el trabajo, en casa, en el curro…) y eso a pesar de estar completamente en italiano. No importa, ya controlo! Y es que sufro algo que se ha bautizado por ahí como «Gabannimanía», que es repetir la canción del señor Francesco Gabanni hasta que te duela la cabeza.

Porque SI! Se acerca Eurovisión. Y más de uno y de dos dirán «Eh, pero hay alguien a quien le siga gustando esa casposidad??» y mi respuesta es… SI! Pero no es un sí porque sí, o quizás es la única respuesta realmente valida, según se mire.

Eurovisostalgia 

La cosa tiene su «conque» y su historia,y gran parte supongo que es nostalgia. Empezó con las risas con mi hermana, cuando lo veíamos de enanas (ella más que yo) furtivamente cuando los papis estaban despistados o out (no lo aguantaban, y mira que lo intentamos más de un año!) y si no… Tampoco era ningún drama. Echaban una preciosa reposición el domingo por la mañana, y como hablamos de un tiempo en el que eso de las redes sociales y la sobreinformación en el vivo y directo eran una utopía (quien lo diría, se podía vivir así??), tampoco importaba mucho y se veía con la misma ilusión en un perfecto diferido. El apogeo de esa época fue el año de Lordi, sus llamas y sus gruñidos guturales, especialmente en contraste con los candidatos lacios y cortavenas.

¿Qué podía tener de malo Eurovisión, excepto la música de entrada? Canciones nuevas y raras, algunas incluso en idiomas de los que ni siquiera había oído hablar, puestas en escenas «curradas», bailes desconcertantes, vídeos de países raros, cambios de vestuarios, la voz inconfundible de un señor locutor que todos los años se cabreaba e indignaba mucho con todo, y para rematar, un eterno sistema de puntos que le daba «»emoción»» a la cosa (ay, ingenuas de nosotras). Creo que el único año que logramos evitar un zapping paterno, fue el año de Rosa de España. Qué recuerdos… La cosa es que poco después de aquello llegó la independencia, la emancipación y de hecho, un año en blanco eurovisivo. 

Eurovisifiebre 

Y con el tiempo… ¡TADAAAH! Descubrí que no era la única de mi grupo de amigos que tenía Eurovisión como ese vicio-secreto-inconfesable-familiar-omg-que-dices-¿yo?-nah (lo que viene siendo un «Dios los cria y ellos se juntan» en toda regla). Y el secreto pasó a fiesta oficial. Y sin comerlo ni beberlo, empezamos con una tradición que ya llevamos años compartiendo… Cada año, cada uno apuesta por un país. Y la noche de la Gala final, montamos una cena de aportación de caché, bombo y platillo, con una condición totalísima de la muerte: cada uno debe preparar un plato típico del país con el que vaya. Y luego nos cabreamos, obviamente, por lo mal que queda españa y posiblemente también nuestros países apostados. 

Pero gracias a eso hemos investigado culturas culinarias de países que ni ubicábamos claramente en mapas, y hemos degustado desde delicatessen de dudoso rigor histórico y aún más dudosa fidelidad de elaboración a maravillas o resultados random (lo que viene siendo una ardua labor de investigación->compra-> conclusiones interesantes»estamierdadeingredientedeleuropadelmedioesteaquinoexiste»->susticiones alimenticias->improvisación).

Y sobre todo, siempre traen anécdotas detrás. Como cómo descubrí que había un supermercado ruso en Sevilla y la buena señora (Irina) se puso contentísima con nuestro plan (claro que cualquiera le decía a una rusa que yo no iba con rusia, sino con bulgaria… pero que la tarta comparte el queso!) o épicas historias como cómo revientan los falafels en una sartén cual palomitas, la textura indescriptible de los mejillones con patatas viscositas, o cómo todos los Red Velvets del mundo SON photoshop porque lo del equilibrio del PH para conseguir rojo es una leyenda urbana.  Aún no tengo claro cómo no hemos acabado ningún año en el hospital con tanto experimento, pero aquí estamos, en una edición más…

#Kiev2017 

¡Y POR SUPUESTO ESTE AÑO, ÉSTE ES MI CANDIDATO! Aún me odian por elegir la primera, pero fue Kalleina en estado puro. Si no lo habéis visto/oído, estáis tardando. Y sí, tardáis aunque no tengáis fiebre Eurovisiva, por una vez juro que la canción es buena, la letra es genial, el tipo es la leche y el mono… Ais, el mono. 

Es simplemente maravilloso. Go Italy 200%!!!  Que conste que en mi patata SIEMPRE iré con todos los Turcos del mundo (Especialmente con los vampiros-piratas-turcos). Pero dado que decidió retirar de la competición…  

Ahora solo queda decidir la receta. Me pregunto si debería hacer honor a la canción y hacer sushi de pasta (?). O un tiramisú con forma de buda. Google, Pinterest y el tiempo… lo dirán. Y un año más criticaremos como cotorras mientras cenamos, y nos atragantaremos de la risa ò.ó